El himno de Brasil

Ayer estaba viendo el partido de Brasil-Costa de Marfil (por cierto, que alguien le explique al árbitro la diferencia entre tropezarse con Kaká por no mirar por dónde vas y entre que Kaká te de un codazo deliberado. Ah, y que en realidad la cara está más arriba, con lo que no puede dolerte la cara si lo que golpea el codo de Kaká es tu pecho...), y reconozco que al oir el himno me emocioné. Un poquito. No, no es que vaya con Brasil en el mundial, no tengo parientes brasileños ni nada. Me emocioné porque el único momento en que escucho ese himno es precisamente cuando mi niño Felipe está en lo más alto del podio (bueno, o cuando Rubinho ganaba un par de veces para Brawn GP). Fue en ese instante cuando me di cuenta de verdad cuantísimo echaba de menos volver a vivir ese momento, ese Felipe sonriente y pletórico en el podio, y todos los rumores infundados y críticas crueles se desvanecieron. Escuchar el himno de Brasil una vez más, como seguidora de Felipe en un mundo hostil donde llueven los palos por todos lados, me sabría a gloria.

Sé que es difícil teniendo a Fernando con él, porque nuestro Nano se ha visto claramente superior con el Ferrari (¡qué raro se me hace decir este tipo de cosas, si yo soy Alonsista*!). Así que, teniendo el corazón dividido como lo tengo (porque por mucho cariño que le tenga a Felipe, Fernando luchando por el mundial con un Ferrari es un sueño hecho realidad), me conformo con otro doblete de Ferrari, como ese que me hizo soñar en Bahrein con un campeonato de gloria roja. Un podio de mi Felipe será más que suficiente para sentir esa grandísima satisfación de callando miles de bocas que se alzan solo por hacer daño, creyendo que así benefician a su compañero. Pues no sé a qué escuela he acudido yo, pero para mí que provoca el efecto contrario. Claro que... qué sabré yo... Tranquilos, no voy a repetir lo mismo de siempre, ya me desahogué en el post anterior.


Tener el corazón dividido es algo curioso. No puedes elegir a uno. El otro día alguien se me sorprendió cuando le dije que era Alonsista... claro que esa persona no me conocía antes de este año ;) Pues sí, soy de Fernando, celebro sus victorias con enorme alegría, grito cuando adelanta y maldigo cuando fracasa (de hecho me han regalado una de sus camisas oficiales de Ferrari, jijiji), pero ese brasileño bajito se ha ganado mi corazón. Sí, se puede seguir a dos pilotos con la misma pasión. La única diferencia está en el tipo de sentimiento.



Como ya dije una vez en uno de mis "cabreos" a principio de temporada, quiero un tercer mundial para Fernando, pero si Felipe se lo llevase no me iba a decepcionar precisamente, porque tengo una necesidad casi enfermiza de callar bocas. Fernando es mi predilecto, pero Felipe es mi protegido. Un colega forero dice que no puede evitar tenerle cariño, como una especie de hermano pequeño, y eso es más o menos lo que me pasa a mí. Tengo una curiosa predisposición a defender al que siento que no merece miradas de desdén o indiferencia. Muchos me dicen que en un deporte como éste no voy sino a sufrir, pero qué le voy a hacer yo ;) Vale la pena. Si amas un deporte, tener a tus dos favoritos juntos es algo muy especial. Yo me incluyo entre los que dicen que Ferrari, con ese equipo de pilotos, puede lograr grandes cosas. Si, como dicen por ahí, Felipe necesita un gran coche para destacar, veremos que pasa ahora que los coches rojos por fin están resurgiendo.

El Ferrari va mejor, y se notó en Canadá; se notó en esa lucha de Fernando con los McLaren, y se notó en esa salida espectacular de Felipe y posterior remontada, por mucho que digan algunos que el que lo hizo mal fue él (tendré que preguntar a ver si le pagó a Schumacher para que le cerrara de forma sucia contra el muro, y lo de la salida fue eso, un lance de carrera como otro, con tanto coche alrededor y en una curva esas cosas pasan). Yo puedo esperar. Como Alonsista lo hice en esos dos años sin apenas gloria de Renault, y jamás perdí la fe en que pudiese ocurrir algo grande, porque las carreras son algo inesperado. La pole de Hungría o el podio en Singapur el año pasado, las gloriosas últimas carreras de 2008 cuando el Renault por fin estaba a la altura. Pero también está la maldita tuerca de Hungría, o pasar la bandera a cuadros sin puntos muchas veces. Y es que las carreras tienen dos caras. Mientras una parte de ti está eufórica porque tu piloto va primero, la otra piensa en un fallo mecánico. Esa pole fallida de Hungría es un ejemplo, pero también la última curva de Brasil 2008, o la primera de Fuji en ese mismo año, o el GP de Canadá del año pasado en donde Fernando iba tercero con esa cafeterita... hasta que chocó. Y precisamente porque las carreras son inesperadas, todavía mantengo la esperanza de sentirme orgullosa de mi Felipe. Y cuando en momentos de flaqueza dude de él, siempre puedo releer esto que escribí como "terapia"...

Siempre me ha caido bien, siempre he admirado su fortaleza y capacidad de superación (el que diga que nunca ha sido gran cosa, que es el mismo piloto que estaba en Sauber, que no tiene ni idea de conducir, lo siento pero tiene un problema: ha evolucionado de forma brutal y eso nadie puede discutirlo), pero este último año estoy terriblemente empecinada en que debe callar bocas. No puedo evitarlo, es casi más fuerte que yo, es casi una cuestión de cabezonería: sé de lo que es capaz, y quiero verle haciéndolo, quiero que sus detractores se queden sin excusas, porque de "yo es que prefiero a este otro piloto", cosa normal, a la crítica destructiva y amarga hay un mundo muy ancho. Claro que hablamos de un mundo en donde la mayoría de los aficionados te defenestra cuando pierdes, sin recordar tus victorias. Yo soy como soy, y prefiero quedarme con lo bueno. Porque por eso uno es admirador de algo o alguien: en lo bueno, en lo malo, siempre. Como Fernando en 2008 y 2009. Y ahora, como Felipe en 2010, porque como hice con Fernando, puedo esperar.

Tener la esperanza de que gane tu favorito y la decepción posterior cuando no lo consigue forman parte de ser admirador tanto como celebrar las victorias. Lo que cuenta es seguir teniendo esperanza y no dejar de empujar... jamas (y eso es algo que muchos futboleros parecemos llevar en los genes, por cierto). Por eso tengo una ilusión enorme por Valencia. Para que no se me rompa el corazón cuando vea a los de siempre en el podio cuando lo que espero es un doblete rojo, creo que usaré un método que leí el otro día: esperaré con cierto pesimismo lo peor, y así, si ganasen, me llevaría una alegría tremenda. Claro que me temo que eso conmigo no funciona: soy más de hacer lo contrario y soñar con podios. Qué le voy a hacer.



Este GP no quiero saber nada de conductos F y escapes ilegales, no quiero saber si Vettel y Webber se aman o se odian, no quiero a la prensa metiendo las narices en todos sus movimientos, no quiero saber si McLaren tiene complots extraños por radio, no quiero análisis psicológicos de pilotos a partir de qué cara ponga cada uno, no quiero saber nada de "cláusulas Barrichello" y rumores basura inventados por alguien con demasiado tiempo libre y mucho resentimiento metido dentro. Me da igual si "sufro" y si la gente considera imposible apoyar a los dos pilotos de Ferrari a la vez. No quiero sanciones injustas, ni reprimendas en lugar de sanciones justificadas. Quiero que se apaguen los semáforos y empiece lo que realmente vale la pena.

Y no, no espero que de repente Fernando gane el mundial, o que Felipe haga poles a saco y se escuche el himno de Brasil por todas partes: soy soñadora, pero realista, y sé qué números tiene cada uno. Yo sé de qué es capaz Fernando, y de qué es capaz Felipe. Fernando dijo después de los libres de Mónaco que si a estas alturas estuviera cometiendo fallos por culpa de la presión, apaga y vámonos. Pues yo digo lo mismo. Para mí sería una victoria empezar a clasificar de los primeros, acumular puntos, llegar al tercer o segundo cajón y remojarse en champán. Y si es por partida doble, mejor.

Claro que escuchar el himno de Brasil...

Puedo esperar.







Por cierto, tener un examen difícial al día siguiente de la carrera y que encima sea tu cumpleaños es algo que se puede clasificar como:




* De repente, las palabras Alonsista, antialonsista y demás se me antojan sin significado, vacías, y un poquito, con perdón, estúpidas, porque últimamente tienen ciertas connotaciones de desprecio hacia el contrario... La sociedad hace el lenguaje, y crea sus significados según las épocas.