lunes, 25 de junio de 2012

Emoción y frustración





Ayer, los dos lados de mi corazón dividido se reconciliaron por unos momentos cuando Fernando se hizo con una victoria flamante, merecida, y estalló en lágrimas de emoción por ganar en un circuito que se le resistía desde su creación. Ha sido el momento más emotivo que le recuerdo.

Por otro lado, el otro nene de rojo, mi nene de rojo, fue doblado por motivos ajenos a su control, como viene siendo habitual.


Porque dentro de mí, aunque quiera negarlo, sé que cada podio y victoria de uno aleja al otro del respeto, de la credibilidad. Del equipo. Porque en la F1 no importa lo que hiciste, sino lo que haces. Porque en la F1, puntuar o no puntuar es lo que acaba en los anales, y no una gran salida, un buen ritmo, una buena remontada. Todo eso queda eclipsado cuando se estrellan contra ti.

La F1 no es un deporte para "buenas personas" tanto dentro como fuera del coche. Cuando uno gana, el otro es criticado por los expertos y vapuleado por los fanáticos. Porque un equipo grande como Ferrari siempre ha sido y siempre será así, y así de asfixiante siempre será el sambenito que le cae al que sea compañero de un gran piloto.

Que nadie me interprete mal, por favor. No quiero estropear su victoria, no es mi intención. Las lágrimas de Fernando me llegaron muy adentro y llenaron de lágirmas mis propios ojos. Se lo merecía, porque es un grande, y estuvo grande. Pero la otra mitad de mi corazón lloraba de pura frustración.

Se hace duro, muy duro.

Es duro tener un corazón dividido, porque uno de los lados tiende a asfixiar al otro, le impide disfrutar los buenos momentos, porque a él le faltan.

Pero es más duro tomar un lado, sobre todo cuando realmente no tengo por qué hacerlo. Por eso, es algo que nunca haré.

Aunque cada carrera esté llena de esa mezcla agridulce de emoción y frustración, hay una recompensa. 

Siempre.









PD- vuelvo tras una larga ausencia.