Bipolar

"Su compañero Felipe Massa se vio relegado de manera humillante al papel de número dos, y, después de eso, durante el resto de la temporada ya no volvió a ser el que era. Después de su accidente en el Hugaroring en 2009, tal vez sí que había vuelto demasiado pronto a la F1 pero, si le hubieran dejado seguir por delante de Fernando en Alemania, podría haber saboreado una victoria de lo más ilusionante, exactamente un año después de su dramático accidente..."


Es lo que tiene vivir un poco alejada del continente: algunas revistas siempre nos llegan tarde. No fue hasta hace dos días que pude comprarme el último número de la F1 Racing, y, antes de ver qué me deparaba un día más mi trabajo de becaria en la biblioteca, me metí en una cafetería a tomar un café para saborearlo junto con la revista.

Fue entonces cuando me topé con ese texto, y de repente, sin saber muy bien por qué, esa parte de mi ser volcada en la F1 se vio invadida por una terrible, extraña tristeza, que me impulsó a desear escribir unas palabras desde que contara con un ratito libre (algo de lo que últimamente carezco bastante).

Cuánta razón tienen esas palabras que aparecieron ante mí en la página 60, por mucho que algunas opiniones sigan la tendencia totalmente contraria (y es una opinión tan respetable como cualquiera). Y no, no voy a ser yo quien vuelva a sacar el tema del que ya he hablado bastante... si bien no pasa ni una semana entera sin que lea algo relacionado con ello que me haga sentir bastante incómoda. Vamos, que no voy a ser yo la hipócrita (Mou dixit).

Pero no puedo olvidarlo. Un año, un año después de habernos dejado con el alma en vilo. Lo inolvidable que podría haber sido una victoria, un "aquí estoy, vivo, y ganando". ¿Qué importan las polémicas que encima estan basadas solo en opiniones, cuando se supera algo así?

Lo que no se puede negar es que, dejado de lado la psicología barata que da posibles motivos, Felipe ha tenido, simple y llanamente, mala suerte. En cualquier sentido del término. Si en 2008 no consiguió encumbrarse fue por puro azar, y lo digo así de claro, por mucho que algunos se empeñen en echarle la culpa a él por UNA actuación mediocre (Silverstone y el diluvio) que al equipo o al coche por TRES catastróficos fallos (Canadá, Hungría y Singapur)... o por mucho que otros digan que no vieron un gran año, como si el 2008 que vimos muchos fuera en un universo paralelo, una imitación de la realidad... Opiniones para todos los gustos. Como siempre. En 2009 empezó mal, y cuando remontaba, acabó hospitalizado y sin correr el resto de la temporada. Y 2010 está demasiado reciente para sacar conclusiones, aunque estas ya las conocemos todos. No todo es culpa de la suerte: él ha asumido la responsabilidad.Y ya está. Borrón y cuenta nueva. Cuando lo hacen otros, ¿no queda olvidado?

Muchos dirían que Felipe ya ha gastado toda la mala suerte (o llamadlo como queráis) y que este año sólo puede ser mejor. Otros dicen que está acabado. Y sin embargo, ironías de la vida, otros pilotos que cuentan con esa misma "ausencia de karma positivo" caen simpáticos, pero no me voy a parar a analizar socialmente a la afición. Me temo que no llegaría a ningún lado.

Este año pueden cambiar muchas cosas; si bien la mayoría de los cambios, más que crearme la expectación de que veremos espectáculo, me llenan de inquietud: artificiales, experimentales, que prometen mucho pero posiblemente den poco, que convierten al piloto en poco más que una marioneta aprieta-botones... Pero ahora no es momento de hablar de ello.

No sé qué va a pasar. Mis sentimientos son bipolares. Sólo sé que, en aquella cafetería (en la cual, por cierto, se coló una paloma en busca de algo que picotear), me invadió esa maldita, indeseable y no deseada idea de que no volveré a verle en el primer cajón. Y me di cuenta de muchas cosas. La principal, que por mucho que me queje de que mucha gente no ha olvidado el 25 de julio de 2010, yo tampoco lo he hecho, aunque sea desde el otro extremo de las opiniones. La otra, que prefiero ser cauta. Porque por estas mismas fechas,el año pasado y sobre todo tras la primera carrera, yo soñaba con dobletes. Les veía a Fernando y a él saboreando la gloria por turnos, ni un año después de haber pensado que nunca volvería a subirse a un coche. Pero los podios se hacían de rogar, y, el primer cajón, estaba cada vez más lejos. Muchos me dijeron que tendría que ganar, tarde o temprano, que el año era muy largo, que le llegaría una victoria. Nunca llegó. La única posible se la arrebataron "por el bien de todos".

Pero si bien soñar es lo más fácil, además de gratis, dejar de hacerlo es muy difícil. Bipolaridad formulística.

Por eso escribí el otro día este post, donde me dejaba de lamentos y dejaba bien claro qué entiendo yo por fan. Quizá también me valgan unas palabras que leí una vez: Felipe, el que siempre está ahí, luchando, aunque sea en un segundo plano. Quizá este año todo cambie. Quizá vuelva a escuchar el himno de Brasil mientras Felipe mira al cielo con los ojos llorosos. Quizá empiece a callar bocas... bueno, no todas; por supuesto, habrá quien hable, porque las circunstancias en que se encuentra siempre propician polémicas y forofismos varios. Recordad el cuento del burro, el viejo y el niño: los puntos de vista son demasiado variados (y benditos sean).

Quedan quince días. Como le decía el otro día a alguien, me he comprado dos botes para palomitas; bastante bonitos, hay que decirlo.

Espero tener que usarlos más de una vez. Yo me entiendo.